Después de que el maestro nos indicó el ejercicio que debiamos realizar, nos dispusimos a abandonar el calabozo, que aquella mañana recibia unos rayos de sol que a duras penas calentaba un poco el ambiente frío que suele haber en ese lugar.
Caminamos por el primer patio, que gracias al domo hace un ambiente mucho mas cálido, aunque sin que puedan pasar los rayos del sol. Al momento de entrar al segundo patio, hubo varias chavas de la carrera de danza que llamaron mi atención. Roberto sugirió que nos sentaramos en una banquetita de concreto donde se sentían los cálidos rayos del sol, lo suficiente como para quitarse el frío que el calabozo nos dejó.
El aire se respira mejor en ese patio, sin un domo que impida ver el cielo y con un gran árbol que nos proporciona una generosa sombra, que no permite que el sol nos queme.
En la amplitud del patio pudimos observar un gran número de estudiantes de danza, se podian ver a lo ancho y largo del patio, unas mas bonitas que otras. Otra particularidad de este patio, es que es la entrada a la facultad, por lo que lo atraviesan muchos estudiantes de distintas carreras; pasaron varios conocidos de la carrera de fotografía, así que los saludamos.
Antes de regresar al ambiente infrahumano del calabozo para platicar con el maestro sobre el ejercicio. Volvimos al salón y continuamos con la clase.